Marcelino Cortés Valenciano*
Un escepcional amigo ocupa en mi blog esta sección de FIRMA INVITADA para hablarnos de las Cinco Villas, de las cuales ha publicado varias Toponimias. Y si de Marcelino podía hacer una reseña que enorgullece a quien se cosidera su amigo, habiéndolo sido también de su padre, nos basta con la descripción que nos hace de sí mismo.
Nací en el Paseo del Muro de Ejea de los Caballeros en 1965. Me licencié en Filología Hispánica por la Universidad de Zaragoza y me precio de ser alumno del excelente plantel de profesores de aquel tiempo (José-Carlos Mainer, Aurora Egido, Tomás Buesa, José M.ª Enguita, Agustín Sánchez Vidal, Cacho Blecua, M.ª Jesús Lacarra, Leonardo Romero Tobar, etc.). Esta formación filológica coexistió con otra bifurcación intelectual que me llevó a cursar el Postgrado en “Lengua y Técnica de vídeo y televisión” en esta misma universidad, en donde recibí las enseñanzas de José Luis Borau, y la Diplomatura en Cinematografía por la Universidad de Valladolid. Sin embargo, mi primer libro —Al final de la escapada. Prensa y regeneracionismo en las Cinco Villas de Aragón (1910-1914), publicado en 2001— mezclaba la historia del pensamiento y el periodismo.
Me doctoré con una tesis titulada “Toponimia de las Cinco Villas de Aragón”, iniciando un proyecto de investigación sostenido en el tiempo que me ha permitido completar el estudio monográfico de los cinco municipios que dan nombre a la comarca.
Poco después realicé el Máster de Español como Lengua Extranjera, especializándome en el Español para fines específicos con un trabajo titulado “Los informes de responsabilidad corporativa como plataforma para el diseño y desarrollo de tareas en la enseñanza del Español para los negocios”.
En la actualidad estudio las variaciones internas del aragonés a través de los documentos medievales y estoy embarcado en una línea de investigación que revisa los nombres de lugar del Alto Aragón a través de la morfología y de la antroponimia.
También he analizado la trayectoria intelectual del político Julián Besteiro, siendo editor de su obra de juventud (Julián Besteiro. Artículos científicos y pedagógicos, 2012), y colaboro con el Institut für Spanische Sprache und Kultur de Kiel (Alemania).
Todas estas tareas de investigación —diseminadas en múltiples revistas científicas y en una cincuentena de artículos— las he desarrollado al mismo tiempo que ejercía la docencia como profesor de Lengua Castellana y Literatura en distintos institutos de Bachillerato de Zaragoza, Toledo y Santander, aunque en la actualidad desempeño el cargo de Alto Inspector de Educación en Cantabria.
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El nombre de los lugares de las Cinco Villas
Para entender cómo se formaron los nombres de los lugares de la comarca hay que tener en cuenta las distintas etapas históricas y los diferentes pobladores que habitaron la zona. Para explicar de una manera pedagógica este conglomerado de nombres diremos que la toponimia de las Cinco Villas es como una casa que con el paso del tiempo se fue modificando y sufrió distintas reformas. En cada una de estas reformas algunos elementos se perdieron y otros se mantuvieron desde el momento de la fundación.
El solar primitivo
El solar primitivo de esta casa compuesta por nombres de lugar se lo debemos a los pueblos prerromanos que habitaron la zona. Siempre que se habla de pueblos prerromanos el saber popular lo identifica, como si fuera una foto fija, con los Suesetanos. Sin embargo, la etapa anterior a la conquista romana comprende un periodo que se extiende durante miles de siglos y que estuvo sometido a constante flujos migratorios. En el caso de las actuales Cinco Villas la etapa prerromana es muy compleja ya que es un territorio en donde hacia el siglo III a. C. confluyeron las tres grandes culturas de la antigüedad: la ibérica, la eusquérica y la céltica. Es muy difícil, por tanto, concretar qué pueblo concreto de los que ocuparon la comarca durante este tiempo acuñó un determinado topónimo prerromano.
La mayor parte de los nombres prerromanos que se han conservado se explica a través del indoeuropeo y está relacionada con nociones asociadas al agua y a sus circunstancias. Es el caso de Ejea de los Caballeros, resultado final del topónimo Sekia (sobre la raíz *sek– ‘corriente de agua’), de Biota (sobre la raíz *mei– / *moi– / *mi– ‘viajar, ir’), Sádaba (sobre la raíz *ab– ‘agua’) o Erla (sobre la raíz *er– / *or– ‘poner en movimiento’). Por su parte, el nombre de Biel tiene su origen en la raíz *bhel-, ‘brillante, blanco, resplandeciente’ motivada por el color brillante del terreno.
A este primitivo estadio pertenecen también los nombres de los principales cursos de agua que vertebran la comarca: las Arbas y el Aragón (ambos ríos sobre la raíz *ar– ‘agua que fluye’), y el Onsella (sobre la raíz *orso-) que está en la base de numerosos hidrónimos antiguos como Orsa, Orsene, Orsara, Orza, Ursao, Orsona, Orsus y Orsova.
La colonización romana
Sin embargo, los pilares fundamentales sobre los que se edificó esta casa de nombres es obra de la colonización romana. Casi el 83% de la toponimia mayor de las Cinco Villas se explica a través del latín.
Esta es la razón de que en buena medida algunos nombres nos sean fáciles de interpretar a simple vista. Las Pedrosas, por ejemplo, alude a la abundancia de piedra del terreno; en otros casos los nombres se inspiran en las formas del terreno como Piedratajada, Malpica de Arba (valle coronado en forma de punta) o Mamillas (referencia metafórica a las elevaciones en forma de ‘mamas’); otros han tomado su nombre de las fuentes próximas al lugar como Sofuentes; en otros casos, la toponimia nos informa de manantiales de aguas termales como sucede con Fuencalderas o Tiermas, pueblo hoy sumergido bajo las aguas del pantano de Yesa; en el caso de El Frago el nombre está motivado por la exuberancia de la vegetación. En otros casos su forma no es tan transparente: Tauste, topónimo que procede del nombre antiguo Tobustum, alude a la piedra toba del peñón en el que se asienta el primitivo núcleo de población.
Pero no siempre fue el terreno y sus circunstancias las que motivaron la creación de los nombres de lugar de las Cinco Villas. En muchas ocasiones los habitantes bautizaron el lugar mediante el nombre o el apodo del propietario de ese terreno. Gracias a este procedimiento hoy podemos conocer el nombre de algunos de nuestros antepasados: Sos (de Sosus) —rebautizada en 1925 con el sobrenombre de uno de sus hijos ilustres, del Rey Católico—, Asín (de Asinus), Orés (de Aurius), Longás (de Longus), Los Pintanos (de Spintius), Layana (de Laius), Luesia (de Lusia), la segunda parte de Castejón de Valdejasa (de Iassa) y, también a pesar de su transparencia, Valpalmas (de Palmas).
A pesar de lo mucho que conocemos sobre la etapa romana, hay un gran enigma que sobrevuela la toponimia de las Cinco Villas: a día de hoy todavía desconocemos cuál fue el nombre romano que recibió la ciudad que conocemos como Los Bañales.
A una cultura no latina procedente de los pueblos que están a ambos lados de los Pirineos debemos un conjunto de nombres que terminan en –úes y –iés. Todos estos nombres se han formado a partir de nombres propios —unos latinos, otros de origen aquitano— mediante la utilización del sufijo –ossu, muy frecuente también en los topónimos de la Jacetania: Farasdués (de Farasdus), Bagüés (de Baccus), Gordués (de Gordus), Sigüés (de Seius), Undués de Lerda (de Undus) o Urriés (de Urrius). Otras terminaciones han formado Navardún (a partir del céltico dunum ‘fortaleza’), Gordún (de Gordus) o Isuerre (de Isus).
Desde la reconquista hasta nuestros días
La dominación árabe que se produjo desde el siglo VIII hasta comienzos del siglo XII no modificó sustancialmente el legado de nombres que dejaron los romanos. Queremos decir con esto que los árabes heredaron los nombres latinos con los que se encontraron al llegar a la zona y los transmitieron a la etapa siguiente, aunque algún nombre se vio modificado por el influjo del árabe como ocurre con Šiya, de donde se originará Exea, forma medieval de Ejea.
Sin embargo, la toponimia de las Cinco Villas conserva las huellas de la frontera que durante la Edad Media se estableció entre los reinos cristianos del norte y el territorio musulmán. Varias localidades hacen referencia a todo el dispositivo militar de defensa y protección que se construyó en la época. Es el caso de la villa de Uncastillo, o de Castiliscar (literalmente, el ‘castillo de Liscar’) o la primera parte del nombre de Castejón de Valdejasa.
El nombre de la localidad de Salvatierra de Escá es el recuerdo de una antigua institución jurídica medieval: la tierra fronteriza que defiende o “salva” la frontera entre Navarra y Aragón y que ofrecía asilo y refugio a toda persona a cambio de colaborar en su defensa. El topónimo de Puendeluna tiene su explicación histórica en una obra civil de gran importancia estratégica: la construcción en el siglo XIII de un puente sobre el río Gállego acometida por el concejo de Luna.
Marcelino Cortés Valenciano*
Santander, Septiembre 2016.
3 comentarios
Marcelo, óptimo filólogo, buen amigo. Gran fichaje para tu blog, Pepe.
Un abrazo
Miguel Ángel
Enhorabuena Marcelino. Gracias a tu interés y dedicación conocemos más detalles de nuestra historia.
Hace poco adquirí el «Diccionario Geográfico del Reino de Aragón, partido de Cinco Villas», de Mateo Suman, 1802, y que viene precedido de un estudio de Josefina Salvo y Álvaro Capalvo, impreso en la imprenta de Félix Arilla y patrocinado por la Diputacción de Zaragoza, lo mismo que «Las Cinco Villas de Aragón durante la Guerra de Independencia Española», en el que se nombra a mi tatarabuelo Mariano Bentura como participante en esa contienda al mando de una compañía de mercenarios. Todo esto es enriquecedor aunque uno esté ya con el zurrón repleto de acontecimientos, el paso cansado y la mente vacilante. Pero, como decía Ramón y Cajal, hay vida después de los 80. En el caso de Josefina Salvo Salanova creo que se trata de la hermana de Pilar Salvo, que fue alcaldesa de Sos, diputada provincial y componente de la expedición que hacia 1980 viajó a pie y en todo terreno desde Lobera de Onsellla a Longás por la ribera del río que nace en la Sierra de Santo Domingo para abrir un nuevo camino hasta el penúltimo pueblo del norte de Cinco Villas. Longás, de longo, según Marcelino Cortés. Vaya cuadro de honor de cincovilleses y cuantas cosas que tenemos e ignoramos. Gracias ppramon.