Benjamín Bentura Remacha (Reseña biográfica)
Nuestro amigo Benjamín, que en distintas ocasiones ha ocupado este espacio con diferentes escritos, ha querido traernos como regalo de Reyes, la crónica que escribió PEDRO LAMBAN Y CARRUEZ en 1789, comentando las Fiestas que celebró Ejea de los Caballeros ante la Proclamación como Rey de España, de Carlos IV. Gracias por este obsequio.
Folleto bien conservado desde 1789. (pulsar y agrandar)
CORONACIÓN EN MADRID Y
FIESTA EN EJEA DE LOS CABALLEROS
Transcribe BENJAMÍN BENTURA REMACHA
El folleto lo imprimió en Huesca la viuda de Miguel Larumbe, un precioso grabado del emblema ejeano, jinete con armadura, el casco celado y emplumado, caballo a galope y estandarte en la mano derecha del caballero con el escudo cruzado por una banda en la segunda página y relato del contenido en la tercera: “DESAHOGO DEL AMOR EN LAS FESTIVAS DEMONSTRACIONES CON QUE LA M. N. I. Y L. VILLA DE EXEA DE LOS CAVALLEROS (una de las cinco que componen la cabeza del Partido de su denominación) celebró la Proclamación y exaltación el Trono de su Amabilísimo Monarca, EL SR. DN. CARLOS IV (QUE DIOS GUARDE). En los días 29, 30, 21 de Agosto y 1 de Setiembre de 1789. ESCRITO EN PROSA Y DISTINTOS METROS Por Dn. PEDRO LAMBAN Y CARRUEZ, QUIEN LO DEDICA A LA MISMA ILMA. VILLA.
He respetado la grafía del folleto y añado que el señor Lambán justifica su atrevimiento a relatar este acontecimiento por su júbilo por la proclamación de su Rey; “cuyo interés me toca aún más de Justicia por vivir y alimentarme (36 años ha) en su Real Servicio y fuera lo contrario una bastarda rebeldía”. Pide confianza y benignidad por la humildad de sus versos y elogios y firma su obra el 20 de septiembre de ese mismo año, 1789, y B. L. M. de V. S. su más obsequioso obediente Servidor. Versificación en esdrújulos para justificar sus escasas virtudes como poeta, pero que emplea una serie de metros para gastar menos prosa. Explica que se pintó y reparo la Casa Consistorial y se adornó con nuevo dosel y sillería la sala de acuerdos. En la fachada, el escudo de la villa y dos águilas que llevaban bandas en sus picos en las que se leía “VIVA EL SEÑOR DON CARLOS, REY DDE ESPAÑA Y DE LAS INDIAS”. Epigramas, redondillas, décimas y sonetos para cantar las glorias y merecimientos del Rey Carlos y la Reina María Luisa.
Asegura el señor Lambán que los ejeanos están preocupados por el mal tiempo y la escasez de grano y desean fervientemente que llegue ese día 29 de agosto, el día del martirio de San Juan Bautista, su patrón, “día señalado para complemento y desahogo de su amor y proclamación de su estimado Rey”. Esa misma tarde se formó un gran desfile presidido por don Joseph de Traggia, caballero de Santiago, coronel de caballería y regidor de la ciudad de Zaragoza, con clarines y timbales, muchos caballeros invitados con tropas a su vanguardia y retaguardia, en parejas con arrogantes caballos y vistosos jaeces. Se lanzaron monedas de plata que la villa mandó sellar como recuerdo del acto “y que la gente se atropellaba para cogerlas, sin duda para memoria de tan glorioso triunfo”. Acudieron a Ejea numerosos forasteros de las villas cercanas y de ciudades como Zaragoza, Huesca y algunos lugares más, de forma que no se había visto jamás en este pueblo tal concentración de gente que se comportó con moderación aún en el caso de los más populares. Todavía no se ponían pendientes en la nariz y sólo los “lobos de mar” se tatuaban.
“Concluida la carrera y actos de Proclamación, entregado por el Alférez Mayor el Real Estandarte al Cavallero Corregidor (de cuya mano lo había recibido , según Práctica y Estilo) se colocó en el balcón de la Sala consistorial, donde estaba el Regio Pavellón y los Reales Retratos bajo el dosel con dos centinelas continuas de Granaderos del Regimiento de Almansa, alternados del Cuerpo de Guardia, que existía en la Galería de la misma casa de la Villa”.
Se engalanaron las calles con arcos, colgaduras, espejos, arañas, cornucopias y otros adornos, muy especialmente en la calle “Media Villa”. Con una iluminación que “en las calles parecía/la claridad de la noche,/y su pardo obscuro coche/claro sol al medio día”. Y después de servido un refresco en la casa de la Villa, “se fino este día con dos horas de música y un árbol de fuego que costeo la Mesta o Cuerpo de Ganaderos de esta Villa”. El día 30, Tedéum en la iglesia de El Salvador y, a su final, danza nacional de los Artesanos con figuras de cuatro cuerpos y con los brazos levantados unas letras que decían “Víctor al Sr. D. Carlos”. Luego una pantomima que era como una representación jocosa del gusto del pueblo. Por la tarde salió un carro triunfal en el que iban los reyes representados por dos personas de agradable vista escoltadas por Guardias de Corps y parejas de turcos a caballo que recorrieron el pueblo durante toda la tarde. Al anochecer salió otro carro de triunfo que representaba a la fragua de Vulcano y en el que iban cuatro muchachos que representaban a las cuatro partes del mundo y que acompañados por golpes de martillos cantaban motetes con alusión al basto dominio de S. M. C. en Europa, Asia, África y América. Vivas y buenos deseos para todos. El día 31 por la mañana varios caballeros del lugar y algún forastero se lucieron en la suerte del estafermo, un muñeco que giraba y que tenía un escudo con unas sortijas que los jinetes tenían que capturar con sus lanzas. El acierto fue grande puesto que, de una docena de sortijas, sólo quedaron dos sin capturar. Por la tarde, una novillada con reses jóvenes para que no hubiera desgracias. Por esas calendas, Ejea era vivero importante de toros bravos, tanto que en la corrida de la coronación de Carlos IV celebrada en la Plaza Mayor de Madrid los toros pertenecieron a la ganadería del ejeano Francisco Bentura, hermano de Diego, que era el que aportaba los toros con la divisa encarnada con los que se distinguía a las reses con más prestigio de bravura. Por la noche hubo varios conciertos y en la plaza el toro que llamaban de ronda, embolado con grandes ovillos de mixtos encendidos. Era la primera vez que los ejeanos contemplaban el espectáculo del toro de fuego. En una seguidilla, Lambán decía que aunque fuegos y toros estaban prohibidos nadie faltaba a las leyes porque todo el mundo está loco puesto que “en el servicio de CARLOS y sus triunfos salen de juicio”. Y, como prueba de lo mucho que los ejeanos apreciaban la fiestas con toros, el primero de septiembre hubo novillada por la mañana y por la tarde. Contradanza a la hora del refresco y los cuatro muchachos que representaban a las cuatro partes del mundo con sus banderas de distintos colores e inscripciones en oro, pantomima, música y ¡vivas! Por la noche salieron Carros de Triunfo, Parejas y Mojigangas, trabajando los gremios en unos artificiosos talleres que, en apariencia, se movían y andaban por si solos. “Finaron estas fiestas felizmente y sin desgracia alguna; para lo que contribuyeron la Justicia e individuos del Ayuntamiento, que se esmeraron en la mayor vigilancia en la quietud del Pueblo”
Octava: “Perdonad, Rey amado, la grosera audacia mía y torpe desacierto que se atreve a escalar tan alta esfera en términos vulgares sin conciertos, más creedme, Señor, que yo quisiera de Virgilio y Ovidio el acierto y digo de corazón con fina ley: Viva D. CARLOS IV ntro. Rey” FIN
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